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Has convertido la ciudad en un montón de escombros,
    la ciudad fortificada en una ruina.
Ya no es ciudad la ciudadela de extranjeros;
    nunca más volverá a ser reconstruida.
Por eso te glorifica un pueblo poderoso;
    te teme la ciudad de las naciones crueles.
Porque tú has sido,
    en su angustia,
un baluarte para el desvalido,
    un refugio para el necesitado,
un resguardo contra la tormenta,
    una sombra contra el calor.
En cambio, el aliento de los crueles
    es como una tormenta contra un muro,

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